lograr que algo se VEA, todo un desafío, donde el azar se convierte en indispensable, la mirada en el momento justo, con la luz a la hora del día necesaria para que fluya y pase a la eternidad. Ni hablar de la carga que nos puso allí para poner la mirada en ese punto. Un huracán de perspectivas que confluyen en una estación, arriba de un tren, a quince mil kilómetros de distancia..., y con una cámara en las manos
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